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La televisión es un medio de comunicación de masas accesible a todas las personas y que normalmente es el más consumido por los espectadores, en este caso telespectadores; el poder de la imagen es su punto fuerte.
Existen cadenas públicas, gestionadas por el Estado, y privadas, financiadas por terceros que a los que se les emite su publicidad.
La libertad de opción del receptor está limitada a un número de canales.
El receptor está casi obligado a dedicarle una atención exclusiva, ya que el código televisivo es icónico, sonoro y lingüístico, y de ahí su poder. Es decir, añade la imagen pero cuesta no perderse en el espacio si se intentan analizar los hechos y eventos que van sucediendo; además la imagen asegura una mayor atención por parte del receptor y aumenta la credibilidad de lo percibido, al entrar el mensaje por la vista y el oído.
Lo que vemos en la tele se percibe sin apenas esfuerzo y a veces el abuso de imágenes visuales deja muy poco para la imaginación, fomenta que por un segundo no pensemos y caigamos en el error de creernos todo lo que estamos visualizando.
La televisión es una herramienta muy potente, por ello se hace muy necesario saber utilizarla, para que no nos engañen. Para ello hay que aprender a pensar y enseñar a nuestros niños y niñas a hacerlo. Ello lo vamos a procurar en la escuela, despertarles y promoverles su espíritu crítico... para que no les engañen, que lean, pregunten, mostrales la importancia de contrastar la información que reciben, crearles conciencia ... en definitiva desarrollar ese espíritu crítico, fomentando el debate y la lectura crítica de lo que encuentren en la web, tele, radio, publicidad, periódicos... Que no se crean todo lo que leen o ven, no sin antes contrastar, investigar y aprender qué es correcto.
Generarles esa actitud como futuros ciudadanos responsables activos, informándose y aprendiendo. Criticar lo que no se sostenga o cree perjuicios, dudar...
Esto no significa que no se pueda confiar ni creer lo que se diga en la tele, quiere decir que es necesario mantener el cerebro siempre despierto, para no dejarnos engañar ni manipular a ningún nivel, ya sea político, social, etc.
El receptor está casi obligado a dedicarle una atención exclusiva, ya que el código televisivo es icónico, sonoro y lingüístico, y de ahí su poder. Es decir, añade la imagen pero cuesta no perderse en el espacio si se intentan analizar los hechos y eventos que van sucediendo; además la imagen asegura una mayor atención por parte del receptor y aumenta la credibilidad de lo percibido, al entrar el mensaje por la vista y el oído.
Lo que vemos en la tele se percibe sin apenas esfuerzo y a veces el abuso de imágenes visuales deja muy poco para la imaginación, fomenta que por un segundo no pensemos y caigamos en el error de creernos todo lo que estamos visualizando.
La televisión es una herramienta muy potente, por ello se hace muy necesario saber utilizarla, para que no nos engañen. Para ello hay que aprender a pensar y enseñar a nuestros niños y niñas a hacerlo. Ello lo vamos a procurar en la escuela, despertarles y promoverles su espíritu crítico... para que no les engañen, que lean, pregunten, mostrales la importancia de contrastar la información que reciben, crearles conciencia ... en definitiva desarrollar ese espíritu crítico, fomentando el debate y la lectura crítica de lo que encuentren en la web, tele, radio, publicidad, periódicos... Que no se crean todo lo que leen o ven, no sin antes contrastar, investigar y aprender qué es correcto.
Generarles esa actitud como futuros ciudadanos responsables activos, informándose y aprendiendo. Criticar lo que no se sostenga o cree perjuicios, dudar...
Esto no significa que no se pueda confiar ni creer lo que se diga en la tele, quiere decir que es necesario mantener el cerebro siempre despierto, para no dejarnos engañar ni manipular a ningún nivel, ya sea político, social, etc.
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